Santa María de Fe
Santa María fue fundada en el año 1647 en la región de los Itatines en las cercanía lal Río Apa y se instala definitivamente en el año 1669, situada en un lugar paradisíaco desde donde se divisan unas serranías. Lo cual debe llevar a entender al que hace la ruta que este pueblo estuvo ubicado en su origen a miles de kilómetros de su lugar de nacimiento. El distrito de Santa María de Fé está asentado actualmente en la región Oriental del Paraguay. Ubicada a 253 km al sur de Asunción, se llega a Santa María de Fé, por un desvío de la Ruta I “Mcal. Francisco Solano López”, entre los distritos de San Ignacio y Santa Rosa.
En la misma convivieron jesuitas tan ilustres como el príncipe Anton Von Sepp, sacerdote especialista en música y escritor o el hermano pintor francés Luis Verger (Berger según otros).
El pueblo se centraba hasta hoy en el casco histórico donde se puede apreciar perfectamente la distribución arquitectónica de la Reducción, la iglesia que encabeza el conjunto al extremo de la plaza, donde aún puede apreciarse resguardada la cruz fundacional, como mirando dese la altura el desarrollo de la comunidad.
El museo
El edificio del museo se encuentra en una antigua casa de indios, edificio restaurado por la Missionsprokur de Nürmberg Alemania, se encuentra en un extremo de la plaza, llama la atención que hoy se van construyendo cada vez más casas que siguen el mismo estilo no solo en cuanto a la forma sino también a los materiales usados, que es el adobe.
Lo que diferencia a Santa María de Fe de las demás Reducciones es que esta mantiene el ambiente, y el entorno de una ciudad jesuítica, tal vez más que cualquiera de las demás.
El Museo
El Museo Diocesano de Santa María de Fe está construido en una antigua casa de indios, que conserva todo el encanto y el esplendor de época. Su distribución museística como los demás museos no corresponde a periodos históricos o estéticos, sino a un concepto teológico.
Dividido en salas que reciben las siguientes denominaciones, Sala de los Vestigios, Sala de los Jesuítas, Sala de los Santos Mártires, Sala de los Arcángeles, Sala del Nacimiento y una sala que no tiene comunicación directa como las anteriores denominada Sala de la Pasión.
Sala 1 - Sala de los Vestigios
Esta sala se parece a una introducción de una pieza musical, nos da la idea de la gran obra que vamos a apreciar, uno de los mejores museos de la Ruta, en el mismo podemos admirar pequeñas temáticas de un gusto refinado facturados en piedra y madera.
Siguiendo el sentido contrario de las agujas de un reloj se encuentra los restos de una fuente de agua en piedra, finamente tallada, lo que nos da la idea del grado de desarrollo de manufactura que se desarrolló en esta Reducción.
Al lado del mismo se encuentra un armario de madera de proporciones medinas cuya puerta está tallada con motivos fitomórficos. Sobre el mismo se encuentra una pequeña talla de San Francisco Javier portando una cruz, la talla es de una belleza sencilla pero no por eso menos impresionante, San Javier, ad diferencia del que se halla en San Ignacio Guazu de estilo eminentemente barroco, es de trazos calmos y de una policromía monótona pero armónica. Es significativa la presencia de San Francisco por ser el un gran propulsor de la evangelización de tierras lejanas.
En este punto el que hace la ruta se encuentra con una de las muchas columnas que conforman la colección, todas ellas sin el capitel, de manera a que se las podría describir de una sola vez al corresponder estas a un solo modelo.
Debe entenderse que una columna básicamente tiene tres elementos: capitel, fuste o cuerpo de la misma y base. Las columnas a las que se hacen referencia son de tamaño solo un poco superior al humano, de manera que probablemente adornaban el retablo del altar mayor.
Son columnas de fuste estriado y con un gran basamen adornado con detalles fitomórficos terminados en dos discos (skotía y toro como lo llamarían los griegos), al parecer sus capiteles, que ya no se encuentran en su lugar pero están depositados en la misma sala correspondían a un estilo pseudo corintio, de una talla realizada con gran preciosismo, sin policromar.
A continuación se encuentra un nicho muy particular, el mismo no corresponde al San Roque que lo ocupa, en su parte exterior está adornada con dos monogramas, a la derecha tiene el habitual monograma de Cristo con la IHS con la diferencia que en vez de los tres clavos que se suele colocar en la parte inferior este posee un corazón, en su lado izquierdo el otro monograma da la falsa idea de representar tras letras en griego pero realmente es un muy ingenioso juego pues en esta está representada en latín la palabra Josef.
El interior del nicho se halla pintada la escena de la crucifixión con Cristo en el medio rodeado por los dos ladrones, en un estilo que podríamos describirlo de naif. El nicho está ocupado por una estatua de San Roque, el de origen francés, al cual lo acompaña la imagen de un perro como es habitual.
Sobre las citadas columnas se encuentran las imágenes de dos angelitos, realmente dos niños sin alas, de una muy fina factura y perfectamente policromados, que ocupan el lugar donde deberían estar colocados los capiteles, que se encuentran en la misma sala, finamente tallados, sin policromar y que están inspirados en el estilo corintio, una pieza igual puede verse en el museo de Santísima Trinidad del Paraná.
En la misma sala se encuentra una antigua cruz de hierro muy rara de encontrar en los museos, ya que a más de las campanas los elementos de metal escasean en los museos paraguayos.
Dos pequeñas pilas de piedra de color verduzco al igual que la fuente ya citada que se encuentran en la misma sala, que a juzgar por su tamaño no se usaban para bautizar, sino de esos que se coloca a la entrada del templo para santiguarse forman parte de los vestigios de esta sala.
Completan la colección los restos de un ambón, comúnmente llamado atril, que serviría para la colocación de los libros sagrados durante el culto y una puerta de medianas proporciones que en cada tablero, está adornada con tallados parecidos a piñas, un motivo recurrente en el aula del museo de San Ignacio Guazu. Y por último los restos de la balaustrada del altar del templo, la divisoria entre los fieles y el lugar sagrado.
Sala 2 - Sala de los Jesuitas.
Llamada de los Jesuítas esta sala alberga además otras figuras, se observa la imagen de la Inmaculada Concepción con la mano izquierda señalando el pecho y la derecha extendida al frente, sobre la misma pende lo que parece fue el frontis de un altar lateral en forma triangular en el medio del cual campea el monograma de Jesús , el IHS bajo el cual se encuentra un corazón con tres clavos y rodeados por dos ángeles arrodillados en actitud de oración.
Le sigue una estatua de San Estanislao de Kotska, muy particular al ser representado con tez morena este joven santo polaco, y hasta se podría decir que su rostro presenta rasgos indígenas a no ser por su fina nariz, llama la atención el rostro serio del niño que porta en sus brazos.
Al lado del mismo otro San Estanislao de llama la atención por su fino y académico tallado, como otras piezas de las mismas características de la misma sala, hacen pensar que se tratan de modelos de los cuales se realizaron copias a distintas escalas, pues en este caso varias estatuas inclusive la del museo de San Ignacio Guazú llevan el mismo modelo de drapeado, pose, colores y composición.
Sigue en la colección una imagen de San Francisco Javier con el drapeado rígido y la estola rígida, con el resto de una cruz en la mano, esta imagen con sotana negra y roquete blanco.
Sigue una imagen de San Ignacio, con su clásica representación misionera de sotana negra, sus tallado también presenta rigidez en su drapeado, sin embargo no por ello deja de elegante, esta pieza tiene un aro de hierro clavado en la espalda, uno de esos aros que usualmente se encuentran clavados en la paredes de las casas de indios y que servían para colgar hamacas. Se denotan restos de algún objeto en la mano derecha y la mano izquierda posa en un escorzo que indica que en algún tiempo allí estuvo colocado un libro.
En la misma temática de los grandes padres fundadores de la Compañía de Jesús se encuentra la representación de San Francisco de Borja, se lo reconoce rápidamente por su iconografía, su mano derecha hacha hace el ademán de sostener una custodia ya inexistente, en su brazo izquierdo luce un manípulo, del cual en la imagen existente en al museo de San Ignacio Guazu solo resta un vestigio. Luce un alba blanca y una casulla barroca pintada con motivos zoomórficos. Su drapeado sigue siendo rígido como las demás grandes obras de esta sala lo que marca todo un lenguaje en la misma.
Dos imágenes de San Luis Gonzaga siguen en la colección uno pequeño de trazos suaves, probablemente perteneciente al conjunto de las estatuas que servían como modelo, al lado del mismo se encuentra una de proporciones mayores, al parecer de la misma manos de los copistas de las obras de gran porte, este también tiene el rostro particular generalmente atribuido a la influencia de la estética guaraní pero sigue conservando una nariz fina como las demás piezas atribuidas a manos guaraníes.
Completa la sala una Virgen María de rostro entre desafiante y sorprendido ya que su torso se encuentra retraído hacia atrás lo que le da una especial presentación, al parecer la imagen portaba un objeto en la mano derecha lo que lleva a pensar que podría ser un candil y por tanto tratarse de la virgen de la candelaria, su factura es fina y suave en comparación a otras piezas que se encuentran en la misma sala.
Sala 3 -
Encabeza esta sala una monumental estatua de tamaño próximo al natural de San Pedro, con todos los atributos de la función papal, la tiara, dos llaves en la mano derecha, una cruz patriarcal en la izquierda y una capa pluvial cerrada en el pecho en una flor finamente tallada. La factura de esta pieza no tiene nada que envidiar a las europeas de su tipo, de gran realismo y expresividad.
En la misma sala se encuentra una imagen nominada sencillamente como “santo”, sin barba con hábito y capa dorado a la hoja, al parecer pertenecía a un conjunto del cual fue sustraído y de allí su iconografía no es suficiente para identificarla fehacientemente.
También es probable que haya pertenecido a un conjunto la virgen del rosario que sigue a continuación, de proporciones medianas presenta una característica recurrente en piezas de este museo la cual es una ligera curvatura hacia atrás como mirando hacia arriba. Lleva un rosario alrededor de ambos brazos como uniéndolos y las manos unidas en actitud orante, con hábito blanco y un velo de color azul. Su mirada se dirige de reojo a la derecha y hacia arriba lo cual resalta la idea de haber compuesto un conjunto escultórico que narraba una escena.
Pasando a piezas con otro nivel de tratamiento se encuentra una bellísima imagen de Santa Bárbara conocida localmente como patrona de los rayos y los truenos, porta algunos de sus atributos tradicionales como el castillo con tres ventanas, la palma del martirio y el cáliz en la mano derecha, la cual sostiene en un paño.Luce los pies descalzos, y una vincha en la cabeza con una tira que flamea sobre su hombro derecho.
Una presencia muy especial tiene la imagen de San Sebastián, tanto por su gran porte como por la altura donde está colocado como dominando la sala. A diferencia de la cásica imagen de este santo que generalmente se lo representa apenas vestido, asaetado con flechas y atado con las manos atrás a un árbol, este luce vestimenta de soldado, calzado con coturnos que evidencian que algún día los dedos de sus pies estuvieron descubiertos pero fueron pintados como si luciera una bota.
Las flechas que tradicionalmente traspasan su cuerpo , en esta ocasión están sostenidas en su mano derecha, tres en total, mientras que la izquierda se posa sobre sus caderas, luce un casco de guerrero adornado con tres plumas, bajo el cual luce una larga cabellera y el conjunto se completa con una capa que ondea a su lado derecho y presenta la particularidad de esar adornada con rayos y no con volutas como es habitual.
A su lado se encuentra una imagen que está identificada como Santa Cecilia, sin embargo no presenta rasgos de la iconografía de ella, mas bien parece otra versión de la Santa Bárbara, aún en ausencia del castillo que caracteriza a al última la imagen hace el gesto de sostenerla. Mira fijamente el cáliz que sostiene y porta una vincha de características semejantes al de Santa Bárbara.
También está en esta sala una virgen sin identificación precisa, pero con una muy característica distribución de sus cabellos en su espalda que recuerda los peinados que lucían las mujeres guaraníes que aún habitaban en las Reducciones a principio de siglo en algunas antiguas Reducciones de Bolivia, sostiene algo no identificado en la mano derecha y la izquierda la mantiene extendida.
Sala 4
Inicia la sala un ángel sin policromar o con un policromado ya muy gastado, solo identificable como ángel por las hendiduras que posee en la espalda donde alguna vez debieron estar incrustadas dos alas, parece pertenecer al primer periodo reduccional pues no presenta los vuelos y el dinamismo de las figuras del barroco pleno. Sus cabellos caen sobre sus hombros y sobre sus espaldas, sus trazos son sencillos pero tiene la presencia y estética propia de las obras del lugar.
La obra siguiente es una Virgen orante de estructura casi cilíndrica, no presenta rastros de la ubicación de la rodilla bajo el manto policromada, con un dorado y estampado preciosamente realizado, sobresalen bajos sus vestimentas dos zapatos, cubierta por un velo del cual sobresalen sus manos que se unen en actitud orante mientras sus ojos se elevan hacia lo alto, se trata de una obra que conjuga belleza, maestría y sencillez. Los adornos que recubren su manto son una verdadera obra de una mano experimentada.
Otra Virgen acompaña con un precioso dorado a la hoja, en este caso el tallador si ubicó la rodilla para dar la sensación de movimiento , de rostro adusto y hierático, nos hace pensar en la representación mental de los guaraníes misioneros sobre la madre de Dios.
Un gran nicho se encuentra también en esta sala, por sus características este tampoco pertenecía al santo que lo ocupa, se trata de un San José sosteniendo al niño Jesús, mientras el nicho, de grandes proporciones, está adornado por una venera y la paloma que representa al Espíritu Santo, la imagen de San José que porta un niño en su brazos, presenta una torsión excesiva, como resaltando el movimiento, al pie del mismo existe un soporte donde iba encastrado la imagen de un pequeño niño, tal vez Juan el Bautista que hoy ocupa el lugar central del gran pesebre de la sala siguiente.
En la esquina de la presente sala se encuentra una imagen de vestir que solo lleva tallada manos y rostro, coronada con una corona de plata, probablemente usada para procesiones, aún con muy pocos atributos es fácilmente identificada como la Virgen María.
En este punto se llega a dos imágenes que son realmente joyas de este museo, se tratan de dos representaciones de San Miguel Arcángel atribuidas al hermano José Brassanelli , jesuita italiano que ha dejado una innegable impronta en las Reducciones.
El primer Arcángel Miguel, atribuido a Brassanelli, siempre manteniendo el rostro calmo de los arcángeles, su ropaje presenta un dinamismo fantástico , luce un casco, blande una espada flamígera, y está posado sobre un diablo humanoide de color negro y orejas puntiagudas, con garras en la manos , codos y tobillo que presenta una actitud mezcla de dureza y horror.
Al lado del mismo un San Miguel Arcángel al parecer de la misma mano con el mismo dinamismo en el ropaje, esta parado sobre un diablo en este caso representado por una gran serpiente. No posee casco sino una gran cabellera rizada de grandes proporciones, su espada es recta, al igual al anterior hace el ademan de sostener un escudo.
Las dos últimas obra citadas son emblemáticas de este mueso por su singular belleza, su estado de conservación y la finura de sus trazos.
Sala 5-Sala del Pesebre
En esta sala, la última que se encuentra directamente conectada con las demás, en la misma se encuentra un magnífico conjunto de un pesebre, al parecer no todas las piezas fueron confeccionadas para la misma sino que fueron completándose por el organizador del museo.
Encabeza el conjunto una virgen sentada en un trono, que más responde a la iconografía de una Anunciación, posada sobre una peana. A sus pies se encuentra la imagen de un niño que representaría al niño Jesús, pero que corresponde al nicho de la sala anterior donde se encuentra San José con un niño en brazos, al parecer esta imagen correspondería a la de San Juan Bautista niño y que luego fue sacada de su lugar original y adaptada a la función del nió Jesús del pesebre.
A su derecha se encuentran de pie dos reyes magos, uno de ellos evidencia ser Baltazar, así como una imagen que podría ser San José arrodillado. A su izquierda se encuentra de pie una imagen que podría ser un rey mago tocado con una especie de gorro frigio, por su semejanza en estatura y composición podría ser el tercer rey pero en este caso luce un báculo lo que hace pensar que se trata más bien de un pastor y otra escultura de ropaje más sencillo que sí lleva una oveja a sus pies.
Completan el conjunto animales como una oveja con la cabeza vuelta hacia arriba, un ave parecida a un pavo real con la cola recogida, un tapir , una cabra y dos personajes de tamaño inferior a las demás y factura diferente: un pastor arrodillado tras cuya cabeza cae un sombrero que mirándolo de frente parecería una aureola y un pastor portando una ovejita en el brazo izquierdo con un movimiento como si caminara pero con el pie apoyado en el piso con una posición irreal, ya que apoya el pie en un ángulo que hace que sean la parte exterior de sus dedos los que logran el punto de apoyo.
En la misma sala se encuentra una imagen de la Virgen de la Concepción, de fina talla y un impecable manto adornado con estrellas rodeada de rayos, dorado a la hoja. Llama la atención que la misma no solo posa sus pies sobre una serpiente, sino también sobre un esqueleto del cual puede identificarse claramente las costillas.
Dos imágenes que si forman un conjunto de gran tamaño completan la sala se trata de Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María, de ambos llama la atención sus narices aguileñas, atribuidas generalmente a resaltar sus orígenes judíos, San Joaquín luce una especie de pectoral y una diadema que lleva tallados en madera policromada lo que parecen ser piedras preciosas, en su mano izquierda sostiene un libro abierto, con unas líneas que insinúan una escritura pero que solo se resumen a garabatos. Su barba esta tallada en definidos mechones con bucles de trabajado tratamiento.
Sala 6 Sala de la Pasión
Esta sala nos está unida al resto del conjunto arquitectónico por una puerta como la demás, sino constituye una amplia sala con un acceso hacia el frente del edificio.
EN la entrada se encuentra una imagen de vestir nombrado como Nuestro Señor de las Palmas, Jesús rumbo a los episodios de la pasión montado en un burrico.
Una columna sin capitel, como las descriptas en la Sala de los Vestigios, pero a diferencia de los otros esta presenta rasgos de haber sido intervenida posteriormente con algún tipo de pintura o lustre.
En la misma sala se encuentra un gran armario, que podría haber sido usado para guardar ornamentos y ropas sacerdotales o haber pertenecido a la sacristía, sus puertas presentan tableros tallados con motivos fitomórficos.
Un lugar muy especial lo ocupa un cristo arrodillado con los brazos abiertos, que recuerda la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní, de gran sencillez, pero de absoluta elegancia y maestría.
Una imagen identificada como San Pedro con la misma característica de curvatura hacia atrás en la estructura, parece pertenecer al conjunto de la virgen del rosario, posee detalles particulares al observarse su dentadura tallada y sus cabellos terminados en bucles, 5 lágrimas surgen en cada ojo, restos de algún objeto que portaba en la mano izquierda aún pueden observarse (¿Una llave?) y el índice de la mano izquierda apunta hacia arriba.
A partir de aquí se ubica una colección de los denominados Cristos de la Columna, son figuras laceradas y solo cubiertas por un paño, exhibiendo el resto del cuerpo desnudo, el primero de los mismos es de tamaño casi natural, con las manos como atadas a una columna ya inexistente, sus cabellos ondulados flotan entrelazándose con gran maestría.
Le sigue un Cristo de la Columna de menores dimensiones, éste si posee una columna sobre la cual cruza la mano izquierda sobre la derecha, presenta el cuerpo lacerado .
El tercer Cristo de esta colección es similar a los demás pero su tallado presenta un gran realismo en cuanto a la musculatura y la representación de las venas que sobresalen en su cuerpo en especial las costillas, presenta ciertas características que la podrían identificar con el primero de la colección.
Entre las imágenes de vestir que posee este museo se encuentra en esta sala una imagen identificada como San Juan, pero que no presente características particulares y una Virgen Dolorosa que en el pecho lleva un corazón traspasado por seis espadas de madera.
En la pared pende un crucifijo de fina factura sobre la cual se encuentra la tradicional inscripción INRI (IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM) pero con la particularidad de tener la N al revés.
Acorde al nombre de la sala en la misma se encuentra un Cristo yacente articulado con cuero en cabeza y brazos, con el cuerpo lacerado pero con el rostro en expresión beatífica. Traspasado por clavos de forja de grandes dimensiones en manos y pies, también presenta una gran hendidura en el costado donde Jesús recibió el lanzazo durante la crucifixión.
Completa la colección de estatuaria un sarcófago tallado en madera policromada en vivos colores dentro del cual yace un Cristo de madera sin brazos. Sobre el mismo pende una representación conocida popularmente como los ángeles llorones, rostros sin alas que en cierta forma recuerdan a las máscaras que simbolizaban la tragedia en Grecia y que se encuentran unidos por un paño que sostienen con la boca.
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